La proximidad entre el arte, el
genio creador y la enfermedad mental ha constituido un permanente motivo de
fascinación. Ya el filósofo griego Platón consideraba la «manía» —la exaltación
del alma— como un regalo de los dioses que facultaba a los artistas y a los
poetas para poder llevar a cabo sus obras. «Siendo así que todo lo que es
grande ocurre en la locura», escribe en Fedro, uno de sus diálogos.
Aproximadamente 2000 años más tarde, en 1811, el médico Benjamin Rush
(1746-1813) llamaba la atención sobre algo muy parecido al hablar de la
liberación de la fuerza creadora que acaece en la locura: «Por razón de la
exaltación preternatural, que no enfermedad, de una parte del cerebro, la
consciencia adquiere no solo una fuerza y una agudeza inusuales, sino que
además descubre en sí dotes de las que nunca antes había dado muestra».
Rush compara la esquizofrenia con
un terremoto que hace saltar por los aires las capas tectónicas petrificadas
del espíritu civilizado, poniendo al descubierto todo un potencial arcaico,
esto es: «valiosos y espléndidos fósiles», en sus palabras textuales. Esta
perspectiva romántica de la enfermedad psíquica retorna de vez en cuando,
aunque es evidente que no resulta completamente adecuada para la creación artística
de un individuo esquizofrénico; por sí misma, la enfermedad no convierte a
nadie en un artista.
fuente: Fuchs, T. (2003, 3
septiembre). Esquizofrenia y arte. Recuperado 28 marzo, 2020, de
https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/esquizofrenia-356/esquizofrenia-y-arte-3886
Fascinante perspectiva!
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